Fotografía,
cine e inmortalidad
FOTOGRAFÍA POST MÓRTEM: LAS FOTOGRAFÍAS DE LOS
MUERTOS.
La fotografía post
mórtem, también conocida como fotografía de difuntos, memento mori o retrato
memorial, fue una práctica fotográfica habitual durante el buena parte del
siglo XIX y principios del siglo XX. Esta práctica consistía en vestir el
cadáver de un difunto con sus ropas personales y fotografiarlo en un último
retrato grupal junto a sus familiares, amigos o compañeros, o bien en
solitario. Para entender este tipo de retratos -que en la actualidad a menudo
son considerados como morbosos o, incluso, de mal gusto-, hay que comprender el
momento histórico en que fueron realizados y el significado solemne que estas
fotografías tenían entre los parientes más cercanos del fallecido, ya que éste,
a menudo, se convertiría en el único recuerdo visual que dispondría la familia
del fallecido y que permanecería entre ellos, en una época en la que, en el
mejor de los casos, cada familia disponía tan sólo de unos pocos retratos o
fotografías, o no tenía ninguno en absoluto hasta la muerte del difunto.
EL NACIMIENTO DE LA
FOTOGRAFÍA POST MÓRTEM
Con la invención del daguerrotipo, el 19 de agosto de 1839, en parís, Francia, la práctica del retrato se convirtió en algo mucho más común, ya que muchas de las personas que no podían permitirse el lujo de pagar la comisión de un retrato pintado a mano, podían, al menos, gracias a este invento, permitirse el lujo de hacerse una sesión fotográfica que inmortalizase su imagen, proporcionando, a su vez, un medio para recordar a sus seres fallecidos más cercanos. Así pues, la fotografía de difuntos o fotografía post mórtem se inició poco después del nacimiento de la fotografía, extendiéndose rápidamente hacia otros países.
Para entender la fotografía post mórtem, hay que
situarse y entender el contexto histórico en que este tipo de retratos se
realizan: una época en que la muerte era algo más familiar, ya que a menudo
ocurría en el seno de la misma familia y el muerto moría rodeado de los suyos,
y en la que un retrato era considerado algo excepcional, al contrario que hoy
en día, en que éstos abundan incluso para la cosa más intrascendental. Las
fotografías post mórtem servían como recuerdos para recordar al difunto. Esto
era muy común, especialmente, en el caso de bebés y niños de corta edad, ya que
las tasas de mortalidad infantil en la esos tiempos eran muy altos.
Hermanos Lumière
Aunque se toma como fecha
del nacimiento del cine el 28 de diciembre de 1895, cuando los hermanos Louis y
Auguste Lumière ofrecen la primera exhibición pública de su cinematógrafo, se
sabe que en esas fechas otros muchos pioneros ya estaban proyectando también
imágenes por otros sistemas que quizás todavía no tenían la perfección del
francés, pero que buscaban el mismo objetivo. Los precursores fueron
básicamente fotógrafos que disponían de una mínima infraestructura para poder
procesar en sus laboratorios las imágenes obtenidas. La primera proyección de
los Lumière se ofreció en el conocido Salon Indien del Gran Café, situado en el
número 14 del Boulevard des Capucines parisino. Los despistados que se dejaron
atraer por el cartel del espectáculo fueron más notorios que aquellos que
habían recibido una invitación personal de los Lumière.
Los hermanos Lumière
Para hacerse una cabal
idea de la impresión recibida por el público es preciso situarse en ese mundo
de hace más de un siglo, en el que no existía la imagen en movimiento.
Grabados, cuadros, fotografías: reproducir el mundo significaba detenerlo,
convertirlo en algo inmóvil, en el recuerdo de un gesto. La estampa otoñal de
una calle, un grupo familiar frente a un plácido jardín burgués, un vacío atardecer
de estío al borde del mar. Tan sólo cincuenta años antes el hombre había
aprendido a reproducir mecánicamente la realidad tal y como la vemos mediante
fotografías. El nacimiento de la fotografía había constituido una verdadera
revolución para los ojos de la humanidad: lo que una persona había visto en un
país muy lejano lo podía ver otra, con absoluta precisión y exactitud, sin
necesidad de moverse de su hogar.
El 28 de diciembre de 1895
los hermanos Lumière dieron un paso más. En aquella lujosa avenida de la
capital francesa se concentraba esa tarde un pequeño grupo de gente ante la
puerta de un local en el que se anunciaba la presentación de un nuevo invento.
Su escueto anuncio decía: "Cinematógrafo Lumière. Entrada 1 franco".
De entre todos los paseantes, treinta y tres fueron las personas que se dejaron
arrastrar por el enigmático cartel. Cuando se sentaron en la sala (unos
antiguos billares llenos de asientos, presididos por un mudo rectángulo de tela
blanca), se apagaron las luces. Algo ronroneó en el silencio, y apareció una
imagen en la tela. Una proyección. La vacilante imagen de una estación de tren.
Por unos breves instantes,
nada de lo visto resultó innovador a los ojos de la audiencia: en los últimos
años ya se conocían linternas mágicas capaces de proyectar fotografías en las
paredes. Pero esta magia nueva escondía otra magia. De repente, ante los ojos
atónitos del público, todas las figuras que poblaban la estación no solamente
temblaban en la blancura de la pantalla, sino que también se movían. Aquellas
figuras fotografiadas miraban a izquierda y derecha esperando la llegada del
tren. Llegó entonces el momento cumbre. Del fondo de la imagen surgió una
locomotora, avanzando lentamente en dirección a los presentes. Eso ya era
demasiado: algunos de ellos, realmente asustados, saltaron de sus asientos y se
precipitaron hacia la salida. No volvieron a ellos hasta que se les garantizó
que la locomotora se había detenido en la estación. La impresión de realidad de
aquellas breves imágenes había sido tan fuerte que salieron del local presos de
una nueva excitación: habían asistido al nacimiento de algo nunca visto, un
espectáculo singular que no ha dejado de fascinar a sus seguidores desde el
mismo día de su nacimiento. Pronto corrió por todo París la noticia, y el Salon
Indien se quedó pequeño.
(…)
(Fragmento de Biografías y
vidas, la enciclopedia biográfica en línea)
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CIENTÍFICO
RUSO FOTOGRAFÍA CÓMO SALE EL 'ALMA' DEL CUERPO
Jueves 03 de
Diciembre, 2015
La imagen que
ilustra esta nota está provocando polémica en medios científicos. Según la
edición rusa de la revista LIFE (Life.ru) mostraría el momento exacto de la separación del cuerpo astral
abandonando el cuerpo físico. Fue tomada por el científico ruso
Konstantin Korotkov mediante el un método de visualización de descarga de
gas, una técnica avanzada de fotografía Kirilian que muestra la
energía vital de la persona dejando su cuerpo gradualmente.
Korotkov, es
director adjunto del Instituto de Investigación de San Petersburgo y
una autoridad de renombre mundial en fotografía Kirlian. de acuerdo a sus
estudios, el ombligo y la cabeza son las partes que primero pierden su energía
vital, y el sexo y el corazón son las últimas áreas en desprenderse antes de la
muerte.
La fotografía
Kirlian toma su nombre del electricista soviético Semyon Kirlian, que
descubrió el proceso en 1939. Fue objeto de una amplia investigación en la
década de 1970 en la extinta Unión Soviética y es concebida comúnmente como la
fotografiar del aura de un objeto animado o inanimado. De acuerdo con un
sitio web asociado a Korotkov, la imagen "confirma observaciones anteriores...
que el resplandor electro-fotónico estimulado alrededor de los dedos humanos
contenía información asombrosamente coherente y completa sobre el estado humano
- tanto fisiológicos y psicológicos." En otras palabras, la técnica GDV,
que se desarrolló a finales de 1990, se puede utilizar con fines de diagnóstico
y evaluación.
Korotkov ha tomado
fotografías GDV de una persona como se estaba muriendo. En las fotos,
puede verse que la zona de la barriga perdió su fuerza vital (pretendidamente
el alma) en primer lugar, seguido por la cabeza. El corazón y la ingle
fueron los últimos en perder su "energía".
Los escépticos aseguran que las imágenes corresponden en
realidad, no al momento del fallecimiento, sino al proceso de enfriamiento
de un cuerpo tras salir de una sauna.
Consigna de escritura:
A lo largo de los siglos,
los hombres y las mujeres han intentado “capturar” la memoria de aquellxs que
lxs rodeaban. De una forma u otra, siempre se trató de un juego a contrarreloj,
una batalla contra el tiempo y con el deseo puesto en la inmortalidad del cuerpo, la voz, el
movimiento (aunque sólo fuese en imágenes.)
Imaginemos que fuimos parte
de la invención de Morel, que fuimos capturadxs en nuestra esencia pura por su
maquinaria y, ahora, inmortales, solxs y casi lejanos, deambulamos por un mundo
moderno, demasiado moderno. ¿Qué nos sucedería? ¿Intentaríamos buscar modos de
hacernos visibles? ¿Qué sucedería si nos enamorásemos?
Escribí un relato
contándolo.
*Más fuentes de inspiración*
Recomiendo leer:
-“Las babas del
diablo” Julio Cortázar.
-“Un viaje
inseperado” A. B. Casares
-La isla del Dr Moreau, H.G.
Wells.
Recomiendo ver:
-La isla siniestra, Martin Scorsese
- Blow-Up
(Deseo de una mañana de verano) Michelangelo Antonioni
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