viernes, 24 de julio de 2015

Infancia y literatura

Mi juego en el espejo
A las 12:30 del mediodía, salía de la escuela, a veces era aburrida, a veces era divertida; mi mamá me venía a buscar después de trabajar, casi siempre con algo para comer (chocolates, confites, caramelos, paragüitas, etc…), casi siempre era algo con chocolate (mi inmortal adicción).
Cuando llegábamos a la casa nos lanzábamos a la mesa. A eso de las 2 mi mama se iba a dormir, a veces dormíamos juntas, otras, me tiraba en la cama y esperaba la hora de la peli (que, en aquellos tiempos, podía empezar desde las 2:30 hasta las 4, y terminar, desde las 4 hasta la 6; era un gran complejo de horarios el mío), pero de vez en cuando, mi mamu se quedaba profundamente dormida, tiempo que yo aprovechaba para deslizarme entre las frazadas, cerrar la puerta y, caminando por el pasillo, me dirigía lentamente hacia el espejo.
Solía jugar largas horas en frente de él (aún era hija única, no había mucho para hacer) como si dentro del cristal habitaran toda clase de criaturas, de esas que solo se ven apagando la luz y mirando tu propia sombra. A veces era conductora de un canal de tv, otras, una reina de
un maravilloso reino y, de vez en cuando, un hada capaz de volar más allá de mi balcón. Era entrar y salir del espejo, entrar y salir de mi mente.
Sin embargo todo lo irreal debe caminar por un pasillo, abrir una puerta, meterse por debajo de las sabanas y hacer como que no paso nada.



Sofi Merani

No hay comentarios:

Publicar un comentario