viernes, 24 de julio de 2015

Zoología fantástica

ZOOLOGÍA FANTÁSTICA
El hálito helado de la tarde me suspiraba que se estaba aproximando el invierno. La primavera no duró ni dos semanas, aunque el clima helado en Orlesdum es inminente. Con mi tapado y mis guantes me dirigí al bosque que, cuanto más oscurecía, más eterno parecía ser. La única razón por la que un hombre como yo se encuentra a estas horas en medio de un bosque y un invierno interminables, es porque a estas horas los astros son más visibles. Yo, soy un científico titulado, pero me especialicé en astronomía y, justamente, hoy supuestamente caería un cometa desde el sudoeste.
Esperé con ansias, dándole sorbos a mi café mientras armaba mi telescopio portátil. Ya eran casi las 8:00 pm., hora en la que se calculó que caería el astro. Esperé un rato, otro rato, y así…Entonces divisé algo que se acercaba. Miré por el telescopio. Era el cometa. Rápidamente hurgué en mis bolsillos buscando mi cuaderno, anotando sin apartar la vista del ocular. Luego de observarlo un poco, me di cuenta de que algo no andaba bien. Dando pequeños tropiezos y desviándose del camino, dirigióse hacia mí. Yo no sabía qué hacer, así que corría en círculos buscando un lugar donde ocultarme, como cualquier ser humano haría. -¡BLAM!- Se estrelló contra el suelo.
Algo mareado me levanté sosteniéndome de un árbol cercano. Una grieta se formó a diez pasos de distancia; el impacto provocó mi desmayo. Me acerqué sigilosamente y me encontré con una especie de borla transparente de color amatista, más o menos de mi tamaño. Pero lo más extraño de todo esto es que esta piedra preciosa se hundió más y profundizó el agujero en el que se encontraba. La tierra al abrirse me obligó a caer con ella por la grieta. La caída fue rápida y algo dolorosa, tal vez me haya roto un hueso o dos, pero eso no importaba. Yo estaba buscando desenfrenadamente la borla. Entonces, la vi brillando bajo mi pierna derecha y, a medida que intentaba alcanzarla, ésta se alejaba más de mí. Y así la seguí por un estrecho camino creado por ella, que se cerraba a cada paso que yo daba (y bastante rápido que íbamos). Yo estaba tan absorto en su luz tintineante que no me percataba de lo absurda que era esta situación. Yo estaba completamente seguro de que me estaba guiando.
La luz de la borla se apaga, quedo en plena oscuridad. Me pregunto qué podría hacer ahora. En eso, una luz idéntica a la anterior se enciende al lado mío. -¿Qué es lo que buscas?-me pregunta. –Yo solo vengo siguiéndola a usted, ¿acaso no me estaba guiando?-cuestiono algo asombrado. –…Bien dicho…-sonríe, abre una boca que brota en su cara de la nada, me mete dentro y entra por una puerta que hasta ahora no había notado. Comienza entonces a volar, escondiendo sus dientes para no dañarme. Todo a mi alrededor es espléndido. Hay aves de todos los tamaños y colores, con extremidades de seres humanos sosteniendo su propio cuerpo, árboles con dientes como barrotes, que cada vez que estornudan, vuelan palomas de sus bocas, focas que andan en bicicleta por las nubes, haciendo acrobacias de cuando en cuando, libros con enormes y delgadas piernas que actúan como flamencos, serpentinas que cuelgan de un tragaluz que actúa de cielo raso, pero del cual nos alejamos cuanto más alto volamos. -¿Qué es todo esto?-es lo único que puedo decir. Y, como puede, la borla alada responde-Es donde nos escondemos. Los humanos se aprovechan de las especies animales que más les sorprenden. ¡Si quedan boquiabiertos con los osos panda, imagínate con nosotros!-

Fio D´alessandro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario