ZOOLOGÍA FANTÁSTICA
El hálito helado de la tarde me suspiraba
que se estaba aproximando el invierno. La primavera no duró ni dos
semanas, aunque el clima helado en Orlesdum es inminente. Con mi tapado y
mis guantes me dirigí al bosque que, cuanto más oscurecía, más eterno
parecía ser. La única razón por la que un hombre como yo se encuentra a
estas horas en medio de un bosque y un invierno interminables, es porque
a estas horas los astros son más visibles. Yo, soy un científico
titulado, pero me especialicé en astronomía y, justamente, hoy
supuestamente caería un cometa desde el sudoeste.
Esperé con
ansias, dándole sorbos a mi café mientras armaba mi telescopio portátil.
Ya eran casi las 8:00 pm., hora en la que se calculó que caería el
astro. Esperé un rato, otro rato, y así…Entonces divisé algo que se
acercaba. Miré por el telescopio. Era el cometa. Rápidamente hurgué en
mis bolsillos buscando mi cuaderno, anotando sin apartar la vista del
ocular. Luego de observarlo un poco, me di cuenta de que algo no andaba
bien. Dando pequeños tropiezos y desviándose del camino, dirigióse hacia
mí. Yo no sabía qué hacer, así que corría en círculos buscando un lugar
donde ocultarme, como cualquier ser humano haría. -¡BLAM!- Se estrelló
contra el suelo.
Algo mareado me levanté sosteniéndome de un
árbol cercano. Una grieta se formó a diez pasos de distancia; el impacto
provocó mi desmayo. Me acerqué sigilosamente y me encontré con una
especie de borla transparente de color amatista, más o menos de mi
tamaño. Pero lo más extraño de todo esto es que esta piedra preciosa se
hundió más y profundizó el agujero en el que se encontraba. La tierra al
abrirse me obligó a caer con ella por la grieta. La caída fue rápida y
algo dolorosa, tal vez me haya roto un hueso o dos, pero eso no
importaba. Yo estaba buscando desenfrenadamente la borla. Entonces, la
vi brillando bajo mi pierna derecha y, a medida que intentaba
alcanzarla, ésta se alejaba más de mí. Y así la seguí por un estrecho
camino creado por ella, que se cerraba a cada paso que yo daba (y
bastante rápido que íbamos). Yo estaba tan absorto en su luz tintineante
que no me percataba de lo absurda que era esta situación. Yo estaba
completamente seguro de que me estaba guiando.
La luz de la
borla se apaga, quedo en plena oscuridad. Me pregunto qué podría hacer
ahora. En eso, una luz idéntica a la anterior se enciende al lado mío.
-¿Qué es lo que buscas?-me pregunta. –Yo solo vengo siguiéndola a usted,
¿acaso no me estaba guiando?-cuestiono algo asombrado. –…Bien
dicho…-sonríe, abre una boca que brota en su cara de la nada, me mete
dentro y entra por una puerta que hasta ahora no había notado. Comienza
entonces a volar, escondiendo sus dientes para no dañarme. Todo a mi
alrededor es espléndido. Hay aves de todos los tamaños y colores, con
extremidades de seres humanos sosteniendo su propio cuerpo, árboles con
dientes como barrotes, que cada vez que estornudan, vuelan palomas de
sus bocas, focas que andan en bicicleta por las nubes, haciendo
acrobacias de cuando en cuando, libros con enormes y delgadas piernas
que actúan como flamencos, serpentinas que cuelgan de un tragaluz que
actúa de cielo raso, pero del cual nos alejamos cuanto más alto volamos.
-¿Qué es todo esto?-es lo único que puedo decir. Y, como puede, la
borla alada responde-Es donde nos escondemos. Los humanos se aprovechan
de las especies animales que más les sorprenden. ¡Si quedan
boquiabiertos con los osos panda, imagínate con nosotros!-
Fio D´alessandro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario