William H. Hudson, un naturalista argentino del siglo xviii, creó un concepto fundamental
para pensar la relación entre los seres humanos y la naturaleza, el animismo, que sería un modo de “ver/leer” la naturaleza, una
capacidad que permitiría a los seres humanos entrar en “conexión” con los “otros”.
Leamos una anécdota:
“había algo en
la serpiente que causaba una impresión distinta y más profunda que un ave o un
mamífero o cualquier otra criatura. Su presencia me sumía siempre en una
especie de sobrecogimiento”
Deleuze, un filósofo francés muy famoso dice, que en
estos casos, lo que ocurre es un “devenir”, es decir, una persona entra en el
cuerpo de otros seres, se transforma en ellos y es capaz de verse a sí mismo
desde otra perspectiva.
Si pudieras “devenir” en otro ser, ¿Cuál sería? ¿Por
qué? ¿Cómo se produciría la transformación? Escribí un breve relato, similar al
del cuento, con TU transformación y los
sentimientos que experimentarías.
ÁRBOL DE MAGNOLIAS-
Marosa Di Giorgio
Árbol de magnolias,
te conocí el día primero de mi infancia,
a lo lejos te confundes con la abuela, de cerca, eres el aparador
de donde ella sacaba el almíbar y las tazas.
De ti bajaron los ladrones;
Melchor, Gaspar y Baltasar;
de ti bajaban los pastores y los gatos;
los pastores, enamorados como gatos,
los gatos, serios como hombres, con sus bigotes y sus ojos de enamorados
Esclava negra sosteniendo criaturitas, inmóviles, nacaradas.
Virgen María de velo negro,
de velo blanco, allá en el patio.
Eres la abuela, eres mamá, eres Marosa, todo eres, con tu
eterna
juventud, tu vejez eterna,
niña de Comunión, niña de novia,
niña de muerte.
De ti sacaban las estrellas como tazas,
las tazas como estrellas.
Estuvo oculto en tus ramos el Libro del Destino.
Te has quedado lejos, te has ido lejos.
Pero, voy retrocediendo hacia ti,
voy avanzando hacia ti.
Te veré en el cielo.
No puede ser la eternidad sin ti.
Árbol de magnolias,
te conocí el día primero de mi infancia,
a lo lejos te confundes con la abuela, de cerca, eres el aparador
de donde ella sacaba el almíbar y las tazas.
De ti bajaron los ladrones;
Melchor, Gaspar y Baltasar;
de ti bajaban los pastores y los gatos;
los pastores, enamorados como gatos,
los gatos, serios como hombres, con sus bigotes y sus ojos de enamorados
Esclava negra sosteniendo criaturitas, inmóviles, nacaradas.
Virgen María de velo negro,
de velo blanco, allá en el patio.
Eres la abuela, eres mamá, eres Marosa, todo eres, con tu
eterna
juventud, tu vejez eterna,
niña de Comunión, niña de novia,
niña de muerte.
De ti sacaban las estrellas como tazas,
las tazas como estrellas.
Estuvo oculto en tus ramos el Libro del Destino.
Te has quedado lejos, te has ido lejos.
Pero, voy retrocediendo hacia ti,
voy avanzando hacia ti.
Te veré en el cielo.
No puede ser la eternidad sin ti.
CANCIONES CHOCTAW
1. Canción choctaw para la
muerte 1
Cuando me vaya,
esta pradera
retendrá
mis huellas
mientras
el viento
duerma.
2.Canción choctaw para la muerte
2
Cabalgo
el viento
hacia otro rincón
del cielo.
3.Canción de caza choctaw
Lobo come
El viento:
Su piel
Me dará
Calor.
4.Canción choctaw para la danza
del águila
Las plumas de águila
me hablan:
dicen,
tócanos con tus labios
y conocerás la forma
en que nosotras conocemos el viento.
CRUZAR-
L. Hogan.
Hay un lugar en el centro de la
tierra
en el que un océano se disuelve
dentro de
otro
en un amor negro y sagrado;
por eso las ballenas de un mar
conocen canciones del otro,
por eso una cosa se transforma en
otra
y la arena cae en el reloj
hacia otro tiempo.
Una vez vi un feto de ballena
en un bloque de hielo brillante.
No era ballena todavía pero tenía
la sombra de una cara humana y
dedos
que le habían crecido antes de
desaparecer,
de convertirse en aletas.
Era un hijo del mundo
del agua en curvas y ahora estaba
cuadrado,
frío, diminuto.
A veces, la nostalgia mía
viene de cuando me acuerdo
del territorio de comienzos
cruzados
cuando las ballenas vivían en la
tierra
y nosotros salimos del agua
hacia nuestras vidas en el aire.
A veces, de la taza derramada de un
chico
que pasó a través de todos los
elementos
y entró al pliegue humano,
pero cuando lo di vuelta
vi que no quería vivir
en el aire. Apenas acababa de
perder
las huellas de las branquias
y ya era un miembro del clan de los
cruces.
Como las mareas del agua,
quería volver.
Yo hablé a través de los elementos
mientras él se iba
y le dije, Ve.
Fue como los caballos salvajes
esa noche de niebla.
Atravesaban el río a nado.
Oscura era ese agua,
más oscuros, los caballos,
y después, ya no estaban.
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